jueves, 3 de octubre de 2013

En Jordania: Nieve en Ammán

Nieve en Ammán. Jabal Al-Qal'a o Colina de la Ciudadela. Jordania
Una vez recé a Alá. Era una tarde fría de invierno en Ammán, en la acera quedaban restos de la nevada del día anterior. Yo estaba parada en una esquina dando pequeños saltos para que los pies metidos en las botas entraran en calor, las manos enguantadas eran reacias a salir de los bolsillos del abrigo rojo para hacer señales a un taxi y el pañuelo rosa que cubría mi cabeza no conseguía evitar el frío en mis orejas.
Pasaban los coches, pasaban los taxis ocupados y pasaban los minutos, hasta que por fin paró uno. El taxista, un hombre joven, me preguntó la dirección, le dije Jabal Lwebde, Dwar París y asintió. Subí al taxi, comprobé que el taxímetro marcaba un cuarto de dinar y me aseguré que conocía el camino. Me acurruqué en el interior despreocupada por no tener que ir indicándole cómo llegar.
Pero algo no iba bien, lo noté en la cabeza del conductor, no miraba al frente, tenía la vista fija en unos folios colocados sobre el volante.
            -Por favor, por favor, mire al frente.
            -Tranquila, no hay problema.
            -No lea los folios y mire al frente, por favor.
            -Tengo un examen mañana. Tranquila. No hay problema.

Tenía dos opciones: bajar del taxi y esperar la llegada de otro en la fría y solitaria calle o… rezar. Y entonces recé a Alá.
Podría haber rezado al Dios de mis padres, no en vano me bautizaron a los pocos meses de nacer, pero en Jordania Alá está en todas partes. No es que no haya iglesias en Ammán, que las hay, y ciudades con mayoría de población cristiana como Madaba y Fuheis y lugares de peregrinación católica como el Monte Nebo o el Sitio del Bautismo de Jesús, pero la presencia de Alá es más evidente: en las numerosas mezquitas, en la llamada a la oración que se extiende por toda la ciudad cinco veces al día, en los carteles en los semáforos y postes, en las pintadas en las paredes y hasta en la pegatina adhesiva en la ventanilla del taxi.
Alá ganaba en omnipresencia y por eso le recé y llegamos sin incidentes al destino.
Me despedí del taxista con la frase habitual que se utiliza al final de un viaje: alhamdulillah aala salameh الحمد لله على السلامة (Gracias a Alá a salvo).
Y en el ascensor, antes de llegar al cuarto piso, me asaltó una duda ¿y si no ha habido intervención divina?. A ver si va a ser que en Jordania los hombres saben hacer dos cosas a la vez.

Taxi en Ammán. Jordania
¿Tenéis alguna anécdota interesante relacionada con el taxi?. Os animo a contármela.

3 comentarios:

JCM_MAD dijo...

En Lima una vez, tuve una experiencia surrealista en un taxi. Tras acordar el precio hasta el destino y subir al taxi. El taxista aprovechando que estábamos en un típico atasco limeño y dado que era evidente que yo era extranjero, saco una caja de debajo del asiento del copiloto y empezó a ofrecerme cd’s de música. Desde el archiconocido el cóndor pasa a grupos puneños totalmente desconocidos para mí. Como no estaba por la labor, decido cambiar de producto y empezó a ofrecerme bragas y sujetadores, diciéndome y no quiere un bonito regalo para su señora, seguro que le gustan.

Juro que en ese momento me gire y empecé a buscar las cámaras ocultas en el taxi, ya que prensaba que estaba siendo victima de un programa de esos de rias, pero no er totalmente cierto y verídico

Saludos

Julio

Anónimo dijo...

Yo eso de que los hombros en Ammán sepan hacer dos cosas a la vez….pues mira que lo dudo….
Yo lo que realmente creo Marichu, es que tuviste una potra….por no hablar del capote que te echo la Virgen de Peñarroya…..
Besos.
Alex.

Anónimo dijo...

"Taxis", qué lugares, tan gratos para conversar... decía la canción... Yo también tuve unas experiencias que se podrían calificar como extra-terrestres con los taxis en Damasco. Eran surrealistas... pero creo que las prefiero a las experiencias con taxis "made in Madrid"
Aurora

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