El final de la correa era un perro chiquito que se abalanzó a mis pies pidiendo jugar. La dueña, una señora mayor, tironeaba de él tratando de sujetarlo. El encuentro llevó a la conversación, francesa, jubilada, todas las mañanas paseaba el perro a lo largo de la playa de La Marsa, pueblo en el que fijó su residencia tras la jubilación. Túnez le ofrecía sol, un nivel de vida que no se podía pagar en Europa y la nostalgia de una adolescencia colonial que se truncó tras la independencia del país en los años cincuenta. Los franceses regresaron a su tierra dejando mansiones cerradas que aún permanecen deshabitadas y cuyos propietarios legales, herederos de aquellos que se marcharon, ignoran su existencia.
Playa de La Marsa. Túnez |
Mujer vestida con sefsari en la playa de La Marsa. Túnez |
Playa de La Marsa. Túnez |
Mansión colonial en La Marsa. Túnez |
La mañana de diciembre no es muy fría e invita a tomar un té en el bar de la playa, disfrutando del olor de la brisa, del rumor de las olas y contemplando el devenir de la vida cotidiana a orillas del mar: la anciana que se arremanga el sefsari blanco para meter tímidamente los pies en el agua, la curiosidad de los niños ante el pez que cuelga de la caña del pescador, la madre, totalmente vestida de negro, sentada con su hijo en la orilla, la romántica pareja de enamorados abrazados vislumbrando el futuro en el horizonte, las barcas amarradas y esas aves marinas que hacen equilibrios en los postes clavados mar adentro.
Playa de La Marsa. Túnez |
Playa de La Marsa. Túnez |
Playa de La Marsa. Túnez |
Playa de La Marsa. Túnez |
Dicen que pasear por la orilla del mar es bueno para el corazón y la mente, ¿vosotros qué opináis?
2 comentarios:
A mí me encanta por lo menos...en playas grandes con marea baja en las que se forman enormes extensiones de arena plana...se activa la circulación andando descalzo y la arena va presionando los puntos en los pies vinculados a los Nadis o canales por donde circula la energía al resto del cuerpo.
Son sitios estupendos para meditar y coger energía. Al finalizar el día allí, uno vuelve a su casa feliz y relajado.
En Cádiz, en la zona del Estrecho hay playas enormes y algunas vírgenes donde se puede andar a tus anchas y disfrutar del sol, la luz y el buen ambiente...eso, si no te pilla viento, que si no se hace insoportable (dicen que Tarifa es el pueblo que está entre dos mares..."la mare que parió al poniente y la mare que parió al levante".
Esos pajaritos que hacen equilibrios en los postes, por lo menos los negros son cormoranes...no tienen capa aislante en las plumas y después de sumergirse en el mar para pescar, "perchan" en los postes, extienden las alas y así se secan. En Asia, me parece que entrenan a estas aves los pescadores, como si fueran perros, para pescar para ellos...
Es un lujazo tener una playa cerquita...disfrutadlas el que pueda! y luchemos para que las pocas que quedan vírgenes sigan siéndolo y no se conviertan en moles de cemento y hormigón llenas de apartamentos y hoteles para explotar un turismo insostenible, quitándole el encanto que tienen.
Qué agradable sensación pasear por una playa en invierno, hacer el camino infinito
A.
Publicar un comentario