-Tres – terqueó ella
-Siete – volvió a decir el monje
Y yo atónita, escuchando una discusión entre alguien que decía pasar de la religión católica de su infancia y el guardián de la iglesia ortodoxa construida sobre el lugar donde dicen estuvo encarcelado Jesús al inicio de lo que ahora llaman Vía Dolorosa. Y la discusión continuó sin ponerse de acuerdo sobre el número de caídas que sufrió Jesús con la cruz a cuestas, mientras yo bajaba las escaleras hacia las húmedas y oscuras cuevas excavadas en la roca que según cuentan sirvieron de prisión, pensando que con sólo un día de estancia en Jerusalén y sin ánimo de cumplir ninguna promesa, yo ya me había caído una vez y mi amiga estaba a punto de provocar una guerra teológica.