viernes, 29 de noviembre de 2013

En Sri Lanka: la senda de los elefantes


Como todos los días, cerca de las diez, llegó la hora del baño. La manada se adentró en el río mientras en la orilla, nosotros, los mirones, veíamos como los elefantes pequeños jugaban entre ellos, entrelazando trompas y retozando zambulléndose en las aguas marrones, otros no se separaban de los adultos que reunidos en grupo parecían estar de tertulia en mitad del río, tirándose, de vez en cuando, agua con la trompa por encima de la cabeza.
Son los elefantes del orfanato de Pinnawela bañándose en el río Maha Oya en Sri Lanka. El orfanato se fundó en 1975 para cuidar de los pequeños elefantes que se quedaban huérfanos en la jungla. Actualmente acoge tanto a crías como a adultos heridos, víctimas del maltrato o mutilados por las minas de una guerra que ha durado veintiséis años, hasta 2009.

viernes, 22 de noviembre de 2013

En Jordania: Abila, una antigua ciudad de romanos

   
Tras vueltas y vueltas sin encontrar el camino, por fin un pastor nos indicó la dirección exacta. Lo primero que divisamos elevándose entre las altas hierbas de la primavera, fueron dos filas de columnas, una combinación alterna de columna de basalto negro con otra de piedra caliza blanca. Son los restos de una iglesia bizantina de lo que hace más de dos mil años fuera la rica ciudad romana de Abila, en el norte de Jordania.

jueves, 14 de noviembre de 2013

En Abu Dhabi: Mezquita Sheikh Zayed


En el desierto de Arabia, en una isla al sureste del golfo Pérsico, en Abu Dhabi, lejos del resto de edificios de la ciudad, aparecen como un espejismo diluido en blanco, resplandecientes bajo el ardiente sol  de la mañana, los cuatro minaretes de más de cien metros de altura de un grandioso templo de cúpulas de mármol blancas rematadas en chapiteles dorados que reverberan con la luz. Es la mezquita Sheikh Zayed.
Del grupo de mujeres que entramos aquella calurosa mañana de octubre de 2011 en la mezquita, yo era la nota discordante. Todas vestían el obligatorio atuendo negro, excepto yo, porque las señoras de la entrada encargadas de proporcionar las abayas y pañuelos a las extranjeras fueron tan amables de permitirme utilizar mi pañuelo rosa.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

En Groenlandia: Al norte del Círculo Polar Ártico


El helicóptero se posó en un promontorio elevado apenas unos metros sobre el nivel del glaciar. Un lugar habitado sólo por Jakob, un estudiante danés que se ganaba  el dinero para pagar sus estudios en la universidad recibiendo a los pocos turistas que aterrizaban allí. Cuando el chico empezó con los datos numéricos de interés  sobre el glaciar, decidí abandonar el grupo y explorar por mi cuenta bajando precipitadamente la pendiente de tierra ansiosa de tocar con mis manos un hielo que se remonta a millones de años en la historia del planeta, al periodo cuaternario. Y fue entonces, en el silencio de las voces, cuando escuché la banda sonora  de la naturaleza en el Ártico, el sordo sonido del glaciar deslizándose camino del mar.